Y llegó Valentina con todo, después de que creíamos que no llegaba por andar queriendola adelantar, llegó en el tiempo que tenía que llegar y no saben la emoción de conocerla de verla y verla completa y sana.
Todo empezó el 20 de septiembre, justo cuando cumplía las 40 semanas. Por la noche tuve un sangrado considerable que cuando lo vi creí que algo estaba mal y obvio me asuste. Le empecé a llamar al celular a mi doctor y nada, no me contestaba. Ya se imaginarán el estrés. Resultó que tenía mal el número, total que hasta eso me agilicé y rectifiqué el número y por fin me respondió con un mensaje, ese sangrado que tenía fue que estaba arrojando el tapón.
Me dijo duérmete, descansa cosa que leí y no hice caso... esa noche no dormí muy bien de la emoción de que estaba iniciando labor, al día siguiente, que era lunes, tenía agendada una cita por si no llegaba antes mi bebé, pero ese domingo decidí que no iría el lunes con el doctor, pues ya me había dicho qué tenía.
Llegó el lunes, ese día lo había planeado para echarme todo el día frente al televisor, pues no había tenido la mejor noche, pero que me hablan del consultorio para preguntarme si iba a ir a mi consulta; todavía la descarada de mi, le contestó a la doctora "ayer hablé con mi doctor y creí que ya no era necesario ir" jaja… total que me dicen "pues vente de todos modos a revisión" Me metí a bañar, en friega me arreglé, tomé mi Uber y me lancé al hospital, llegué y me recibió otra doctora. Me revisó, me hizo tacto, me acomodó no sé qué y todavía me dijo “si ves que tus contracciones se regulan, háblame”y me dio su número celular. Yo todavía le hablé a Iván para platicarle cómo me había ido, obvio él me escribía por el Whatsapp emocionado para saber si esa era la fecha.
Me espere todavía en el hospital para poder pedir mi Uber pues mi esposo lo había tomado para ir a una cita y a su oficina, así que me quedé ahí un rato mientras platicaba con gente que preguntaba el famoso "cómo vas"
Total que pedí mi Uber, llegó y nos fuimos a la oficina de "Corazón" (así le decimos al marido, por cierto) pero en el camino me entran unas fuertes ganas de hacer pipí y yo trepada en el auto, a una cuadra de la oficina. Ya no podía, había un tráfico denso y para acabarla, un policía delante dirigiendo el tráfico y nosotros sin poder avanzar. Total que llegamos justo donde estaba el policía, ahí me tienen sacando la cabeza de la ventana, y gritándole al policía "déjeme pasar, que vengo embarazada y requiero ir a mi casa" jajaja… él policía todavía me ve y me pregunta "¿necesita una ambulancia?" y yo "NO, déjeme pasar" tal cual embarazada loca.
Yo mientras hablándole a corazón para que mandara a alguien a abrir la puerta de la calle y poder entrar mucho más rápido a las oficinas. No saben el descanso de poder llegar, sentarme y hacer mi necesidad.
Tuve que esperar a que Corazón terminara algunos pendientes y de ahí nos fuimos a comer. Nos decidimos por un lugar cerca que estuviera rico. Así que optamos por el Maque. Me pedí super pasta y súper postre que fue un strudel de manzana con helado de vainilla. ¡Ya sé! la gorda en atasque, miren que pensé que ya no volvería a comer… y ahí inició el showcito de las contracciones, que no son otra cosa que unos buenos cólicos. Así que le escribí a mi doctora dándole el tiempo de cada contracción.
Los ilusos queríamos pasar por Lola para llevarla a la oficina (lola es una perrita chichuahua que tenemos y tratamos como si fuera nuestra primer hija) y recoger algunas cosas de ropa para cambiarnos, pero obvio para cuando terminamos de pagar la cuenta del restaurant yo ya estaba en llamas con mis contracciones, así que de ahí regresamos a la oficina por el coche y nos dirigimos al hospital: en el camino le escribí a la doctora, quien me respondió "Pues te cuento que tú bebé sí va a nacer hoy" yo todavía le respondí "súper".
Llegue a los consultorios, avisamos y salió Violeta, la enfermera con una silla de ruedas y me llevó a la sala de parto. También le avisamos a la Doula que ya estábamos ahí, le pedimos a mi hermano que pasara por Lola y que le trajera ropa a Corazón, porque a mí, que había preparado la famosa maleta para el hospital, se me habían olvidado varias cosas, entre ellas ropa cómoda para el marido, ¡ups!
Llegaron varias enfermeras y un doctor de planta bastante joven a realizarme varias preguntas, en el momento me chocó pero ya después lo perdonamos. También pasó mi doctora a saludarme y a revisarme. Empezaba a anochecer y mis contracciones eran seguiditas, seguiditas. Me ayudaron con posiciones, pero no cedían, me metí a bañar con agua calientita y eso ayudo muchisimo. En ese momento llegó mi doula y me colocó en varias posiciones que ayudaban momentáneamente.
Lo mejor de todo, o no sé, fue cuando llegó un doctor al cual no conocía, pues mis contracciones eran muy seguidas y dolorosas en la parte baja de la espalda. Pues bueno, entra este hombre grande, barbado, con unos ojazos, con unas grandes manos, o sea, qué les digo: guapisimo, pero guapísimo, no sé si eran los químicos que mi cuerpo estaba generando o ya mis dolores me estaban nublando la vista, pero les juro que era una cosa hecha a mano, y aparte yo acá en plenas contracciones y el oscultándome ¡Dios! y mi marido junto de mí… Lo bueno fue que el bendito doctor se fue y nunca más regresó. El momento incomodo.
Perdí la noción del tiempo y sólo veía que ya era de noche. Comencé a llorar porque ya no podía más con los dolores y de plano le dije a la doula que le llamará al anestesiólogo para que ya parara ese dolor. Eso sí, ella muy tranquila me dijo "si te anestesian no pasa nada, será natural, pero no será en agua” cosa que me dejó pensando. La doula se fue y regresó con mi doctor, en cuanto lo vi, me dio una tranquilidad bárbara. Me sentaron en la famosa silla maya, se colocó frente a mi y comenzó hablarme con su voz toda tranquila y me dijo cómo respirar ahora, tanto me tranquilizó el verlo que de tener una dilatación de 5 cm, se convirtió en cuestión de segundos en una de 10 cm. En ese momento mi doctor me preguntó "¿quieres que nos vayamos al agua?" yo sólo asentí.
Y ahí inició todo; entramos a la tina Corazón y yo, él sosteniéndome la espalda y abrazándome, y por fuera, estaban mi doctor, mi otra doctora que monitoreaba a mi bebé, dos enfermeras, el pediatra y la doula, y ahí vino lo mejor… ¡a pujar se ha dicho!
Fue largo, pues la bebé llegaba y se regresaba, y así como 4 veces, hasta que ya en mi pensamiento llegó el "tiene que salir, porque tiene que salir y porque yo así lo quiero" y con todas mis fuerzas y gracias a que mi doula ideó que me agarrara de un rebozo que ella sostenía del otro lado, fue que por fin salió Valentina. No saben la experiencia maravillosa, me la pasaron con sus ojos abiertos y en ese momento llorábamos Corazón y yo de felicidad. Empezamos a llamarle por su nombre y mi bebé nos buscaba con la mirada; maravilloso, les digo.
Estuvimos ahí viéndonos mutuamente, admirandola nosotros y no sé si ella a nosotros también, pero el verla, el sentirla fue increíble. Corazón hizo el respectivo corte del cordón umbilical, el pediatra tomó a la bebé y se fue con corazón a revisarla mientras a mí me pasaron a una cama, me limpiaron, las enfermeras me vendaron bien apretadito el vientre y con toda la adrenalina y la felicidad que había en mi cuerpo, el cansancio se me olvidó. Empezamos a hacer bromas con el doctor, pues le conté lo de su número equivocado, todos reíamos, me pasaron a mi bebé, me la pegué al pecho y hasta fotos nos tomamos con el equipo que ayudó a traer a Valentina al mundo.
Ahora les explico, mi parto fue así de doloroso y largo porque esta chamaquita venía en posterior, con su manita en la cabeza y con el cordón enrollado en la cintura, cosa que hacía que llegará y se regresara, es por eso que los intentos de sacarla fueron varios y aunque en momentos me explicaban, yo en mi trance de parto no tenía cabeza para pensar y sólo tenía en mente que yo quería tener a mi bebé naturalmente sin ningún tipo de intervención, sin ningún tipo de químico en mi cuerpo más que el que este produjera naturalmente.
Según me dicen los doctores, este tipo de parto es de los partos mas difíciles por como venia la chamaquita, pero sin embargo se logró tal y como yo lo quería. En todo momento la doctora monitoreó a la bebé para asegurarse de que ella no sufriera. También recuerdo que fue una acupunturista para ver si la podía girar, y creó que aunque sí lo logró un poco pero no del todo, finalmente sí ayudó en algo.
Claro que yo al saber todo esto me senti toda una super poderosa mujer, la más chingona de chingonas, porque además no me hicieron episiotomía y no me desgarré gracias a que mi doctor me cuidó.
La atención del hospital fue excelente, pues todos me atendieron muy amables y en todo momento me dijeron cuál era mi estado. Siempre hubo una enfermera y un doctor supervisándome. Después me enteré que ese día operaban a mi doctor, de hecho cuando llegó vi que estaba canalizado, y resultó que era porque ese día lo operaban en la mañana. La chamaquita llegó a las 12:44 am y ahí estaba él conmigo, atendiendome tal y como lo prometió.
No hay mayor felicidad que la de ver y saber que mi hija está sana, completa y que llegó cuando tenía que llegar.
Esta historia continúa...